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RETRATO DE UNA DAMA

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La obra maestra de Henry James, que reúne los temas esenciales de su literatura: la psicología femenina, las diferencias entre Europa y América, la educación y el arte.

Los mejores libros jamás escritos. Para muchos, la obra maestra de Henry James, que reúne los temas esenciales de su literatura: la psicología femenina.

Retrato de una dama es una de las grandes novelas del siglo XIX. Su protagonista es Isabel Archer, una bella joven estadounidense que recibe una sustanciosa herencia y decide emprender un viaje por Europa. La familia quiere que se case pronto, pero ella defiende su independencia, hasta que los acontecimientos se precipitan de un modo inesperado.

Retrato especular de Estados Unidos y Europa, y aguda indagación en la psicología femenina, este portentoso libro viene enmarcado por el prefacio que el autor escribió para la edición estadounidense de sus obras de 1908. Seguimos aquí el texto de la novela según lo revisó Henry James para la ocasión, en brillante traducción de Ana Eiroa. El volumen se cierra con un epílogo y una cronología de Philip Horne, máxima autoridad jamesiana y responsable de la biblioteca del autor en Penguin Classics.

SOBRE EL AUTOR:

HERY JAMES. (Nueva York, 1843-Londres, 1916) nació en el seno de una adinerada y culta familia de origen irlandés. Recibió una educación ecléctica y cosmopolita, que se desarrolló mayoritariamente en Europa. En 1875 se estableció en Inglaterra después de publicar en Estados Unidos sus primeros relatos. El conflicto entre la cultura europea y la estadounidense está en el centro de muchas de sus obras, desde su primera novela, Roderick Hudson (1875), hasta la trilogía con la cual culmina su carrera: Las alas de la paloma (1902), Los embajadores (1903) y La copa dorada (1904). Maestro de la novela breve, algunos de sus logros más celebrados se hallan en este género: Otra vuelta de tuerca (1898), En la jaula (1898) o Los periódicos (1903). Cerca del final de su vida se nacionalizó inglés. En palabras de Gore Vidal, «no había nada que James hiciera como un inglés, ni tampoco como un estadounidense. Él mismo era su gran realidad, un nuevo mundo, una terra incognita cuyo mapa tardaría el resto de sus días en trazar para todos nosotros».